lunes, 24 de abril de 2017

Contraportada

 …Superados los primigenios ensayos gráficos del jeroglífico y la cuneiforme, codificamos el pensamiento, y las emociones, y las vivencias, y creamos un complejo maridaje entre significantes y significados cuya indescifrable belleza ha hecho las delicias de generaciones durante siglos en eso que tan difusamente llamamos literatura.

 En este atípico diccionario, el artesano de la palabra que ha demostrado ser José Luis Fernández Juan desmonta, pieza a pieza, ese complejo engranaje, este rompecabezas eterno; busca la chanza inteligente palabra a palabra, persigue la poesía silábica travestida a chiste, pero con el innegociable requisito de jugar siempre con la estructura formal del vocablo en busca de la melodía humorística de su semántica.

Un fresco desafío, cuya desternillante lectura nos reconciliará, sin duda, con nuestra moneda comunicativa; la estrella indispensable de todos los libros (pero de este, más que de cualquier libro), la palabra.

 ¡JoseLuismo en estado puro!

Acomondarse: Aclimatarse de risa. 
Cerberza: Bebida alcólica.
Chismorreo: ¡Silencio, se besa!
Cutisfecho: Orgulloso de su epidermis facial.
Helado: Friérrimo por la izquierda y friísimo por la derecha.
Letrado: A-B-O-G-A-D-O.
Microondas: Oooooooooooo.
Ñaca: Quedarse a mitad.
Olvido: 
Oximorrón: Golpetazo suave.
Polillón: McCartney-Lennon.
Tirita: Apósito que palpita de frío.
Utropía: Ejercito iluso.
Van guardia: Holandés adelantado a su tiempo.
Vurra: ¡Vip! ¡Vip!
Wifilete: Bistec elaborado con sistema de conexión inalámbrica ...

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